El Liber nouus de anima rationali (LNAR) fue terminado en Roma, en 1296. De acuerdo con esta fecha, el LNAR de Ramon Llull debe ser considerado el primer libro de una serie de obras que pretenden revisar y mejorar las ciencias tradicionales, la mayoría de origen aristotélico. Esto lo hará aplicando su “nuevo” y definitivo acercamiento, el Arte, a las diferentes disciplinas tradicionales como la astronomía, la física, la metafísica, etc. En el caso del LNAR, Ramon Llull dirige su mirada a la prolífica tradición psicológica, basada en el libro aristotélico De anima, un texto ampliamente comentado durante el siglo trece y catorce. Formalmente, la obra se estructura a través de diez partes principales que corresponden a las regulae/quaestiones artísticas, proporcionadas en la Tabula generalis (1294). En cuanto al contenido, su antropología parte de la medieval visión dualista del hombre que concibe al ser humano como un elemento central dentro de la jerarquía del mundo creado, compuesto por seres espirituales y corporales. Combinando ambas naturalezas, el hombre es considerado un microcosmos creado para proporcionar la salvación de todos los seres corporales, actuando de nexo entre éstos y su creador, Dios. Esta misión se realiza mediante el propio agere del alma racional: producir conocimiento a través de recordar, entender y amar a Dios. Tales actividades, indispensables para la vida virtuosa, son desempeñadas gracias a las tres facultades del alma, memoria, intelecto y voluntad, que trabajan junto con los principios del alma racional como son la bonitas, magnitudo, duratio, potestas, etc. Ambas partes del alma, facultades y principios, poseen una estructura correlativa de tres elementos (forma, representada por el sufijo “-iuum”; materia, representada por “-bile”, y acción, expresada por el infinitivo) que permite el dinamismo y la interrelación entre las diferentes partes, en una relación especular con Dios y su naturaleza trinitaria. La edición crítica del LNAR se ha realizado a través de la colación completa de 22 manuscritos provenientes de varias bibliotecas europeas. Además se han tenido en cuenta las dos ediciones del texto latino así como también el texto catalán, transmitido por un manuscrito, editado en 1950. Gracias a que un pequeño grupo de manuscritos latinos transmiten obvios errores de traducción, hemos podido mostrar que el texto latino es una traducción del catalán. Por ello, nuestra edición ha seguido generalmente las lecturas de estos manuscritos más cercanos al catalán, excepto en el caso de importantes errores de traducción, gramática o de comprensión. Como resultado presentamos un texto latino muy cercano al catalán tanto sintácticamente como léxicamente, aunque consistente y con personalidad propia.