La segunda etapa de aprendizaje tras la finalización de la educación secundaria inferior -denominada educación secundaria superior- es esencial tanto para proseguir con otros niveles educativos, o continuar con la educación y/o la formación, como para lograr la integración en el mercado laboral (OCDE, 2020). El desarrollo y el fortalecimiento de este nivel educativo -en particular el invocacional- se convierte en una línea de acción prioritaria para abordar la equidad en la educación y trabajar por sociedades más inclusivas, con menores tasas de desempleo (especialmente juvenil) y una menor tasa de población que no continúa estudiando ni trabajando. No podemos subestimar el potencial de la EFP y el papel esencial que puede desempeñar en el actual contexto social, económico y productivo como instrumento y vía para una exitosa inserción laboral e inclusión social. Según la OCDE (2018), se considera que los programas de formación profesional son más eficaces en el desarrollo de habilidades que permiten un acceso más temprano al mercado laboral y, como muestran los datos, los países con programas de formación profesional más desarrollados y consolidados, han sido más eficaces en la contención del desempleo juvenil. En este sentido, la FP se presenta como una de las opciones más atractivas para acceder al mercado de trabajo (especialmente para la población joven entre 15 y 19 años), así como para retomar itinerarios formativos (especialmente en la edad adulta) que permitan acreditar académicamente las competencias en pro de una mejor empleabilidad y para avanzar en programas de formación de grado superior; es decir, para acceder a la educación terciaria. Sin embargo, a pesar de haber mejorado su percepción social, la FP sigue siendo la opción no prioritaria, a veces incluso marginal, en la educación secundaria superior (OCDE, 2020). En general, en todos los países el itinerario profesional tiene una tasa de finalización inferior a la del itinerario general. Las razones mencionadas con respecto a este hecho están relacionadas, principalmente, con el perfil de los estudiantes -en general, la percepción es que los programas de FP siguen siendo la opción elegida o el itinerario alternativo para orientar a aquellos jóvenes que, normalmente, presentan o han presentado mayores dificultades en las etapas educativas anteriores y que corren un mayor riesgo de abandonar prematuramente la educación secundaria superior- y la falta de un proceso de orientación adecuado, así como mecanismos adecuados de orientación y acciones, procesos o estrategias de tutoría- en general, la mayoría de los agentes educativos coinciden en la idea de que la orientación educativa y profesional (u orientación) es muy necesaria en la FP (Echeverría & Martínez, 2020; Olmos Rueda & Díaz-Vicario, 2019, 2020). La actual situación de pandemia vivida pone de manifiesto la necesidad de desarrollar una adecuada orientación educativa y profesional en la FP, así como la importancia de centrarse en las estrategias de orientación y acción tutorial en este ámbito educativo como forma de abordar el abandono temprano y apoyar a los jóvenes en su transición hacia la FP y su permanencia en la misma. Este marco da a la FP una imagen social infravalorada y poco realista. El itinerario profesional, sobre todo en el segundo ciclo de secundaria, necesita pruebas que demuestren su eficacia. Por ello, trabajar para hacer más atractivo el acceso a los programas de formación profesional en la educación secundaria superior, así como reforzar y garantizar su permanencia y finalización, se presenta como uno de los retos educativos de la sociedad actual. El proyecto Orienta4VET buscará trabajar en y para el acceso a la FP, así como contribuir en y para la permanencia y finalización de estos programas. Sus líneas de trabajo están vinculadas a tres de las prioridades específicas del programa KA220-VET: (a) aumentar la visibilidad y el atractivo de la EFP; (b) aumentar la flexibilidad de las oportunidades en la EFP; (c) contribuir a la innovación en la EFP.